LA CASA, MI HISTORIA (escrito por Selene)
(Esta historia, hasta donde seamos capaces de escribirla, queremos dedicársela a Bernardo Ríos, coordinador del Proyecto lector del IES Maimónides, con mucho cariño)
Capítulo 1:¨
Tengo ya más de 400 años. He visto pasar generaciones enteras y he sido reformada multitud de veces por personas de distintas épocas; cada una de ellas ha ido dejando una pequeña huella de su paso en mí. Los árabes me dejaron un pozo, los romanos unas columnas con las que me sostengo y un gran número de objetos que se encontraban enterrados en mis paredes.
Recuerdo el día de mi nacimiento, el día que acabaron de construirme. ¡Mi felicidad era desbordante!, la gente me miraba y sonreía. Yo era la casa nueva, con la que todo el mundo soñaba, pero claro, fueron pasando las décadas y poco a poco me fui convirtiendo en una casa vieja y llena de polvo a la que nadie quería.
En el siglo XXI podía ver próxima mi muerte, como mis ladrillos se iban cayendo y como la gente que se fijaba en mi lo único que querían era hacerme añicos. Multitud de azulejos blancos tapaban los encantos que habían dejado los árabes y romanos por su paso, y las personas solo veían en mí la fealdad de una casa llena de almas muertas. Yo las miraba desde lo mas hondo de mi corazón, la pequeña parte aún con vida que me quedaba, y solo veía en ellos pensamientos de dinero y poder.
Un día una mujer paso por mi puerta, me miró y volví a ver como en mi nacimiento, una mirada franca y apacible. Así pasó durante cuatro años. Todos los días me miraba y sonreía y yo me preguntaba que era lo que le impulsaba a mirarme. Hasta que un día la vi entrar por mi puerta. Yo en parte tenía miedo, porque a pesar de pensar que sus intenciones no eran las mismas que las del resto de las personas que me habían visitado, todavía albergaba en mi corazón una pequeña duda.
Pensé que me había olvidado, pues hacia ya tiempo que no la había vuelto a ver, pero un día, entro por mi puerta y me sonrió. Vi en ella sus planes de mi arreglo y sentí como podía ver en mí, mi verdadero yo. Como me veía ya arreglada, bonita y agradable, como sabía que haría sentir a las personas de una manera distinta a la de cualquier otra casa. En ese momento supe que me había comprado.
Que bonito, una historia preciosa que esperamos continuar y se merece no un final feliz, sino una continuación de felicidad cada día
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