Capítulo 1:¨
Tengo ya más de 400 años. He visto pasar generaciones enteras y he sido reformada multitud de veces por personas de distintas épocas; cada una de ellas ha ido dejando una pequeña huella de su paso en mí. Los árabes me dejaron un pozo, los romanos unas columnas con las que me sostengo y un gran número de objetos que se encontraban enterrados en mis paredes.
Recuerdo el día de mi nacimiento, el día que acabaron de construirme. ¡Mi felicidad era desbordante!, la gente me miraba y sonreía. Yo era la casa nueva, con la que todo el mundo soñaba, pero claro, fueron pasando las décadas y poco a poco me fui convirtiendo en una casa vieja y llena de polvo a la que nadie quería.
En el siglo XXI podía ver próxima mi muerte, como mis ladrillos se iban cayendo y como la gente que se fijaba en mi lo único que querían era hacerme añicos. Multitud de azulejos blancos tapaban los encantos que habían dejado los árabes y romanos por su paso, y las personas solo veían en mí la fealdad de una casa llena de almas muertas. Yo las miraba desde lo mas hondo de mi corazón, la pequeña parte aún con vida que me quedaba, y solo veía en ellos pensamientos de dinero y poder.
Un día una mujer paso por mi puerta, me miró y volví a ver como en mi nacimiento, una mirada franca y apacible. Así pasó durante cuatro años. Todos los días me miraba y sonreía y yo me preguntaba que era lo que le impulsaba a mirarme. Hasta que un día la vi entrar por mi puerta. Yo en parte tenía miedo, porque a pesar de pensar que sus intenciones no eran las mismas que las del resto de las personas que me habían visitado, todavía albergaba en mi corazón una pequeña duda.
Pensé que me había olvidado, pues hacia ya tiempo que no la había vuelto a ver, pero un día, entro por mi puerta y me sonrió. Vi en ella sus planes de mi arreglo y sentí como podía ver en mí, mi verdadero yo. Como me veía ya arreglada, bonita y agradable, como sabía que haría sentir a las personas de una manera distinta a la de cualquier otra casa. En ese momento supe que me había comprado.
Capítulo 2:
Desde aquel día todas las tardes ella, un hombre que supongo su marido y una niña de 5 o 6 años que imagino su hija, se dedicaban a picar mis paredes sin saber qué habría detrás ¡Yo era para ellos una caja de sorpresas! Siempre vestían con ropas de albañiles aunque a la legua se podría ver que no lo eran, pero por ese motivo los valoraba aún más. Adivinaba los malos pensamientos de sus amigos al verme, les parecía que comprarme había sido una locura, pero yo no lo creía así. Un día presencié como uno de ellos se atrevió a echarle un sermón a mi dueña. Lo único que pude oír fue algo de que debía contratar a unos albañiles ya que ella y su marido solos no podrían arreglarme, y eso era cierto.
Creo que eso les hizo recapacitar un poco pero lo que les hizo dar el paso decisivo para contratarlos fue cuando mi dueña se clavó un pedazo de azulejo en la barbilla, haciéndose con ello una raja y teniendo que ir a curarse al hospital. Por suerte, pude ver más tarde que se estaba recuperando, sin dejarle ningún tipo de cicatriz.
Una mañana, unos albañiles llegaron y comenzaron a arreglarme, y así durante un largo tiempo. Los albañiles por la mañana y mis dueños por la tarde fueron restaurándome, hasta tener una pequeña parte de mi planta alta arreglada, pero aún sin ventanas.
Una mañana, unos albañiles llegaron y comenzaron a arreglarme, y así durante un largo tiempo. Los albañiles por la mañana y mis dueños por la tarde fueron restaurándome, hasta tener una pequeña parte de mi planta alta arreglada, pero aún sin ventanas.
Espero con ansías, la continuidad de este relato, que ya imagino, hermoso, por el escenario y por quien narra. No lo dejéis.
ResponderEliminarLa atractiva prosa de Selene en forma de relato en primera persona aviva el interés por la historia de esta casa.
ResponderEliminarEspero la continuación, seguramente de Virginia...
La historia empieza con fuerza y con una prosa fluida, me ha gustado. Ánimo y a seguir escribiendo.
ResponderEliminarSaludos
Me ha gustado.
ResponderEliminarErrores a corregir:
·"sin saber que habría detrás": El "que" lleva acento.
·"como uno de ellos se atrevió": "l "como" lleva acento, creo.
·"se clavo un": "clavo" lleva acento en la "o".
·"ver más tarde como se estaba recuperando": Aparte del acento en "como", quizá te quedaría mejor sustituir esa palabra por "que".
·Es incoherente en tu relato decir "llegaron a mi casa y comenzaron a arreglarme", pues la casa está hablando en primera persona.
·"pero aun sin ventanas": "aun" lleva acento en la "u", pues sustituye a "todavía".