lunes, 23 de mayo de 2011

NUESTRA HISTORIA EN LA CASA (escrito por Virginia) Capítulo 2


Capítulo 2.-

(Esta historia, hasta donde seamos capaces de escribirla, queremos dedicársela a Bernardo Ríos, coordinador del Proyecto lector del IES Maimónides, con mucho cariño)

Hasta que Luis, mi querido y estimado Luis Marín nos echó la bronca, fuimos los únicos albañiles de nuestra casa, o más bien de nuestro proyecto de casa. Yo disfrutaba enseñándosela a todo el mundo, a pesar de estar vieja, oscura y sucia. ¡Me encantaba mirarla! y pensaba que todo el mundo vería en ella lo mismo que yo. Mi madre estaba desolada, mis amigos pensaban que se nos había ido la cabeza, tan solo mi hermana la disfrutaba como yo. Traía a sus conocidos diciéndoles la maravilla de casa que nos habíamos comprado y la gente creía morirse cuando la veían. No sabían que cara poner ni que decir. Sinceramente me daba exactamente igual, era la mujer más feliz de la tierra, al igual que Pedro.
Nos encantaba que llegara el fin de semana para trabajar todo el día en nuestra casa, queríamos limpiarle un poco la cara, y mudarnos ¡Pobres ilusos! Por aquel entonces no sabíamos que la obra sería mucho mayor.
Trabajábamos sin descanso, con la radio a toda pastilla y cantando; sucios, con los pelos blancos del polvo, pero felices y contentos.
Nuestra primera faena como albañiles fue picar todos los azulejos blancos que tapaban las paredes del patio y del interior de la casa y que llegaban prácticamente hasta la planta de arriba. Conforme lo hacíamos fuimos descubriendo que las paredes no eran de cemento, si no de ladrillo antiguo. ¡No dábamos crédito a nuestros ojos! A mediodía nos comíamos un bocadillo de tortilla sentados en la vieja escalera del patio, con una sonrisa de oreja a oreja. Picábamos y enlucíamos. ¡Ya se había encargado la preguntona de la casa, que era por supuesto yo, de preguntarle a todo albañil que encontraba como se hacía eso de enlucir! Pedro decía que era un poco absurdo eso de picar una pared y enlucirla, en lugar de picarlas todas y después hacerlo, pero es que ¿ cómo si no me iba a ilusionar para poder seguir? El ver aunque solo fuera una pared arreglada me daba ánimos. Yo fui la que enlucí los arcos. ¡Estaba entusiasmada con mi trabajo!
Tiramos miles de escombros. Recuerdo pasarme noches enteras gritando mientras dormía ¡Cómo me duelen las manos! Un día al picar una de las paredes un trozo de azulejo se me clavó en la barbilla haciéndome un pequeño agujero que se me abría al hablar. ¡Cómo nos reímos, mi hermana y yo con ello! Eso de reírnos de nuestras pequeñas desgracias era algo que habíamos aprendido en nuestra casa de pequeñas. Allí siempre hacíamos risa de todo. En cuanto nos alejábamos un poco de los problemas, nos revolcábamos de risa al recordarlos.
Por aquel entonces una pequeña criatura entró en nuestras vidas. Se trataba de un pequeño gato gris azulado, al que Selene puso de nombre Azul. Entre otras cosas porque nuestra casa solo tendría 3 colores, el blanco de la cal, el azul o añil de las macetas y el color tierra del ladrillo; por supuesto después muchas muchas flores. A Azul, lo encontramos en una pajarería, un día que Selene y yo pasamos. Ella tendría unos 6 años, me dijo que porqué no se lo compraba. Yo para contentarla le dije que preguntara el precio y cuando tuviésemos dinero lo compraríamos. Lo que sucedió después, como no, fue que el gato lo regalaban con lo cual no hubo excusa posible. Era precioso y fue el primer habitante de la casa, como también fue el primero en catar el trasto de lavadora que descubrimos en una de las habitaciones, y que para probar su funcionamiento enchufamos, sin percatarnos que nuestro pequeño inquilino se había introducido en ella. Al abril la portezuela e ir a sacar lo que creíamos un trapo salió azul dando bandazos al igual que yo que no paré de gritar y correr en un rato.
Durante este tiempo la casa, fue nuestro sitio de trabajo, de ilusión, el lugar donde íbamos a mirar las estrellas, el sitio donde convertíamos en magia los sueños de Selene. En época de reyes hacíamos en ella caminos de pétalos de rosas y brillantina que llegaban hasta sus juguetes. También era el lugar donde comenzábamos a guardar nuestras cosas. Tuvimos hasta nuestro primer robo, acabábamos de comprar toda una equipación para irnos de camping, incluido un sillón inflable precioso para la niña que dejamos en nuestra querida casa, además de nuestras tres bicicletas, y al llegar por la mañana nos encontramos el sitio, con una firma asquerosa de uno de los ladronzuelos. Hay que decir, que como todo lo que nos pasa, el hermano de Pedro no sé cómo, porque yo no la habría reconocido en la vida, nos llamó y nos dijo que si alguien le había quitado la bici a Pedro, que había visto a un chaval montado en ella. Así que a los pocos días recuperamos todo, salvo el pequeño sillón de 10 €. Ni que decir tiene que todo fue solucionado amistosamente.
Otra cosa curiosa, además de unos muros de un metro de anchura, fue encontrarnos unas mandíbulas, o más bien que Pedro las encontrara en una de las paredes. Él las había dejado encima de uno de los huecos de la ventana. Yo me iba a morir cuando las vi. Estaba aterrada, ya me olía que allí podía haber alguien enterrado entre sus paredes. Pues no, como luego me explicó el hombre racional de la casa, que era Pedro, no tenía nada que ver con lo que yo ya me había montado en mi cabeza, se trataba de unas mandíbulas de vaca. Los muros estaban hechos de tierra que cogían del suelo y en ella se podían encontrar multitud de cosas.
Creo que solo falté tres días a mi cita con la casa. Tres días horribles, en los que el mundo se me hundió. Habíamos tirado ya para mí, millones de escombros. El tema era como sigue, con una pala los recogíamos, los metíamos en unos sacos que amontonábamos en una pared, y cuando Pedro llegaba con el camión, los subíamos a él y los llevábamos a los puntos verdes. Todo eso él y yo. Esto lo hicimos miles de veces. Llegó un momento en que creí que el suplicio de los escombros iría a menos, justo cuando ya habían entrado en juego el constructor y su cuadrilla de albañiles. Una tarde al llegar a la casa la montaña llegaba hasta el techo. Un techo que estaba a tres metros de altura. ¡Nunca había visto nada igual, después de haber tirado ya un sin fin de escombros!!! Me puse tan mal que me fui a mi piso desesperada. ¡Esto nunca tendría fin! Fue entonces cuando estuve tres días sin volver. Una noche cuando Pedro regresó, me dijo que fuera. Cuando lo hice la gran montaña se había transformado en una pequeña. No podía creer que eso lo hubiese hecho él solo, durante tres tardes y después de trabajar. El caso es que ahora sí fue todo a menos. Los albañiles hacían y deshacían y nosotros los peones, que éramos Pedro y yo, tirábamos los 10 o 15 sacos de escombros que salían. Ellos decían que era la mejor obra que habían hecho en su vida, que cuando se iban estaba todo lleno de escombros y cuando volvían al día siguiente no había ni uno. En esta época ya estaba embarazada del niño. Embarazada piqué paredes y tiré escombros. Embarazada venían mis primas y amigas y me encontraban trabajando con la pala, haciendo cemento, vestida de albañil. Supongo que asombradas y asustadas a la vez de nuestra locura. Durante estos días vivíamos en nuestro piso, se lo habíamos vendido a mi hermano y su mujer y nos dejaron seguir allí un tiempo mientras arreglábamos la parte de arriba de la casa. En agosto nos fuimos a una casa de campo con el resto de mi familia. Bajábamos para pintar. Ahí estaba ya de cinco meses, y tuve una ciática. Me mandaron reposo absoluto. Solo pude llevarlo a cabo cuatro días, porque al quinto además de encontrarme fatal me subía por las paredes. Así que decidí volver a mi casa y acabar de pintar. Yo creo que esto me curó, porque me desaparecieron los dolores. Al finalizar el mes nos fuimos ya a vivir allí, aunque aún no teníamos ventanas. Mientras Pedro las hacía comenzaron las lluvias y con ello mi segundo suplicio, ya que él puso unos plásticos en las ventanas para que no nos entrara la lluvia, y a mí me entro un ataque de llanto horrible. ¡Sólo nos quedaba taparnos con cartones! Me imaginaba una cara pegada a los plásticos. Me sentía supertriste. Era como una película de terror, viviendo en la parte trasera y superior de una casa a la que se accedía por una puerta viejísima, atravesando un patio, lleno de escombros, y un salón sin luz ni ventanas, totalmente en obra y cuya parte de afuera estaba en ruinas. En la única parte donde había luz era en la parte que habitábamos. Aquí comienza nuestra adaptación a la casa. 


martes, 10 de mayo de 2011

Bitácoras Ignotas: Patio Vesubio: Belleza y tradición

Una reseña preciosa sobre nuestro patio.
Bitácoras Ignotas: Patio Vesubio: Belleza y tradición
Una reseña y todo un detalle por parte de Chary Serrano que como apoyo a  nuestro patio en el festival de patios 2011 solo ha puesto imágenes del nuestro.
http://charyserrano.blogspot.com/2011/05/festival-de-los-patios-de-cordoba-patio.html
Una reseña que es un auténtico reportaje del patio.
http://despuesdelclick.blogspot.com/2011/05/patios-2011-calle-frailes-6-patio.html

miércoles, 4 de mayo de 2011

Increible error "Nos ponen los pinos"

El día 3 de Mayo recibimos los pinos que indican la participación en el Festival de los patios, pero curiosamente ha sido un error, porque aún estamos pendientes de la resolución. Tienen de plazo para responder hasta el día 24, los patios finalizan el 15.
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domingo, 24 de abril de 2011

CARTA ABIERTA DEL PATIO-VESUBIO


Nosotros, "El Hotelito o establecimiento parecido" como nos ha debido catalogar la comisión de patios y festejos de Córdoba , y sabiendo que la idea de la Consejalía de Patios y Festejos  es recuperar el espíritu antiguo de los patios, cosa que a nosotros nos encanta porque defendemos lo mismo, queremos hacer constar varios puntos:
-Que somos una familia humilde que compró con mucho esfuerzo una casa patio medio derruida y se metió en ella con su hija, de 6 años en aquél entonces, sin ni siquiera una ventana para reguardarse del frío (cosa de la que tienen constancia amigos y vecinos.
-Que el apartartamentito que alquilamos, lo hacemos eventualmente por varios motivos, entre ellos que no disponemos de otras dependencias cuando nos viene nuestra familia de Sevilla que lo hacen frecuentemente y que por otro lado "el hotelito" del que ellos hablan unicamente tiene una habitación, cocina y baño.
-Que otros de los motivos de no alquilarlo permanentemente es porque nosotros vivimos también aquí y tenemos derecho a disfrutar en determinados momentos de estar solos en nuestra casa, o nuestros hijos de celebrar su cumpleaños durmiendo con sus amigas/os en el apartamento en lugar de tener que ir a celebrarlo a  
otro sitio.
-Que de no necesitar alquilarlo no lo haríamos. Nuestros dos hijos al no disponer de otra habitación duermen en el mismo dormitorio en una cama-nido.
-Que nos encanta participar en los patios porque nosotros en particular disfrutamos mostrando al mundo una parte de Córdoba.
-Que hemos recuperado una casa que nadie recordaba ya como era, y que su destino era ser derruida.
-Que tenemos nuestra casa siempre abierta a cualquier cosa que enaltezca a Córdoba.
-Que nos encantaría que organizaran actos de poesía en Cosmopoética, o guitarra en La noche blanca del flamenco. ¡Abogamos por cualquier tipo de evento en los patios!
-Que no entendemos como es posible que a nosotros, los propietarios de los patios, no nos dejen ayudarnos ni en el mantenimiento de nuestras casas, siendo nosotros los que mayor beneficio aportamos Córdoba, a Hostelería, a bares y restaurantes, y siendo los que en realidad nos matamos trabajando, atendiendo a la gente que viene a verlos, manteniendo y cuidando las macetas, y abriendo nuestras casas a la calle en el más importante de los eventos de nuestra ciudad.
-Que justo nuestro patio es pintado y cuidado por nosotros todo el año, cosa que pueden constatar con el taller de Empleo de los patios que en cualquier momento, estación o día estuvieron visitando y fotografiando nuestro patio.
-Que hemos estado abiertos a cualquier iniciativa para conseguir la Capitalidad de Córdoba 2016.
-Que si consideráis que no podemos participar en el Festival de patios por ayudarnos con un alquiler para el mantenimiento de nuestra casa, igualmente tenéis que excluir a la mayoría de los patios de Córdoba por tener también negocios en el patio, cosa que según creo también se hacía antiguamente y que por otro lado le da encanto y vida a los mismos.
-Que nuestro patio está preparado prácticamente para el festival hace más de un mes, que un año más volvimos a pintar nuestras paredes y macetas.
-Que la constancia que tenemos de no ser admitidos es tan solo telefónicamente, y que hoy 24 de Abril, a tan sólo 10 días del Festival aún no hemos recibido la carta notificándolo, y por tanto tampoco se nos ha dado la oportunidad de defendernos o explicarnos.

Por todo ello y porque nos parecería una atrocidad para con nosotros esperando sepan rectificar a tiempo.

Pedro y Virginia

miércoles, 20 de abril de 2011

HISTORIA DE UN PATIO DE CÓRDOBA (Selene)

LA CASA, MI HISTORIA (escrito por Selene)
(Esta historia, hasta donde seamos capaces de escribirla, queremos dedicársela a Bernardo Ríos, coordinador del Proyecto lector del IES Maimónides, con mucho cariño)


Capítulo 2:
Desde aquel día todas las tardes ella, un hombre que supongo su marido y una niña de 5 o 6 años que imagino su hija se dedicaban a picar mis paredes sin saber qué habría detrás.¡Yo era para ellos una caja de sorpresas! Siempre vestían con ropas de albañiles aunque a la legua se podía ver que no lo eran, pero por ese motivo los valoraba aún más.
Adivinaba los malos pensamientos de sus amigos al verme, les parecía que comprarme había sido una locura, pero yo no lo creía así. Un día presencié como uno de ellos le hechaba un sermón a mi dueña.
Escuché que les dijo que debía contratar a unos albañiles ya que ellos solos no podrían arreglarme, y eso, desde mi punto de vista era cierto. Si arreglar una casa con albañiles ya es trabajo, no me puedo ni imaginar como sería sin estos.
Creo que eso les hizo recapacitar un poco pero lo que les hizo dar el paso decisivo para contratarlos fue cuando mi dueña se clavó un pedazo de azulejo en la barbilla, haciéndose con ello una raja y teniendo que ir a curarse al hospital. Por suerte, pude ver más tarde como se estaba recuperando, sin dejarle ningún tipo de cicatriz.
Una mañana, unos albañiles llegaron y comenzaron a arreglarme, y así durante un largo tiempo. Los albañiles por la mañana y mis dueños por la tarde fueron restaurándome, hasta tener una pequeña parte de mi planta alta arreglada, pero aún sin ventanas.

HISTORIA DE UN PATIO DE CÓRDOBA (Selene)


LA CASA, MI HISTORIA (escrito por Selene)
(Esta historia, hasta donde seamos capaces de escribirla, queremos dedicársela a Bernardo Ríos, coordinador del Proyecto lector del IES Maimónides, con mucho cariño)

Capítulo 1:¨
Tengo ya más de 400 años. He visto pasar generaciones enteras y he sido reformada multitud de veces por personas de distintas épocas; cada una de ellas ha ido dejando una pequeña huella de su paso en mí. Los árabes me dejaron un pozo, los romanos unas columnas con las que me sostengo y un gran número de objetos que  se encontraban enterrados en mis paredes.
Recuerdo el día de mi nacimiento, el día que acabaron de construirme. ¡Mi felicidad era desbordante!, la gente me miraba y sonreía. Yo era la casa nueva, con la que todo el mundo soñaba, pero claro, fueron pasando las décadas y poco a poco me fui convirtiendo en una casa vieja y llena de polvo a la que nadie quería.
En el siglo XXI podía ver próxima mi muerte, como mis ladrillos se iban cayendo y como la gente que se fijaba en mi lo único que querían era hacerme añicos. Multitud de azulejos blancos tapaban los encantos que habían dejado los árabes y romanos por su paso, y las personas solo veían en mí la fealdad de una casa llena de almas muertas. Yo las miraba desde lo mas hondo de mi corazón, la pequeña parte aún con vida que me quedaba, y solo veía en ellos pensamientos de dinero y poder.
Un día una mujer paso por mi puerta, me miró y volví a ver como en mi nacimiento, una mirada franca y apacible. Así pasó durante cuatro años. Todos los días me miraba y sonreía y yo me preguntaba que era lo que le impulsaba a mirarme. Hasta que un día la vi entrar por mi puerta. Yo en parte tenía miedo, porque a pesar de pensar que sus intenciones no eran las mismas que las del resto de las personas que me habían visitado, todavía albergaba en mi corazón una pequeña duda.
Pensé que me había olvidado, pues hacia ya tiempo que no la había vuelto a ver, pero un día, entro por mi puerta y me sonrió. Vi en ella sus planes de mi arreglo y sentí como podía ver en mí, mi verdadero yo. Como me veía ya arreglada, bonita  y agradable, como sabía que haría sentir a las personas de una manera distinta a la de cualquier otra casa. En ese momento supe que me había comprado.

PATIO VESUBIO

PATIO VESUBIO

domingo, 17 de abril de 2011

PATIO VESUBIO, el patio azul

Alójate en una bonita casa típica de Córdoba con posibilidad de realizar actividades culturales. Situado en el corazón de la Córdoba antigua, en el barrio castizo de San Agustín, junta a la calle Montero y la Plaza San Juan de Letrán. Un acogedor zaguán da entrada a un colorido patio azul con brocal y pozo antiguo , y arcada con columna romana. Los colores del patio y la casa, sus macetas y el poema de nuestra hija que reza en la escalera, hacen de nuestra casa un lugar de embrujo singular.